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El mal carácter de Garry Kasparov es de sobra conocido;
no en vano, ha sido apodado desde largo tiempo atrás como "el Ogro
de Bakú". Sin embargo, el escándalo en el que acabó
convertida la entrega de premios de Linares sorprendió incluso a quienes
le conocen desde niño: pocas veces antes el excampeón mundial
había montado una bronca de semejantes proporciones.
El desencadenante de su enfado fue el premio otorgado a la partida más
bella del torneo, que fue elegida por votación entre los periodistas.
Por su valor histórico, por la importancia que tuvo de cara a la clasificación
final, y por recompensar la valentía demostrada por el joven azerbayano,
la mayoría de los expertos se decantaron por la partida
que le ganó Radjabov a Kasparov. Al ser anunciado el resultado de
la votación, Kasparov no daba crédito; mientras Teymour recibía
el trofeo de manos de uno de los patrocinadores, el ruso se levantaba de su
asiento y de forma improvisada se dirigía al estrado de autoridades,
para ponerse ante los micrófonos y expresar su rotunda disconformidad.
"Creo que ésta no es la mejor partida del torneo; ha sido elegida
únicamente porque fue la única que yo perdí, y considero
que esto es un insulto público y una humillación", declaró,
muy contrariado.
Ante el estupor general, Kasparov abandonó el estrado y,
no contento con lo que ya había dicho, se puso a discutir acaloradamente
con varios de los periodistas presentes. Indignadísimo, les increpó
por su elección, y sus reproches fueron subiendo de tono hasta convertirse
en una fenomenal bronca. "¡Es el mayor insulto que me han hecho en
mi vida! ¡Es un insulto hacia mí y hacia el ajedrez!", gritó,
encendido de cólera. "¿Vosotros os consideráis periodistas
de ajedrez? Si creeis que ésta ha sido la partida más bella de
Linares, le estáis haciendo mucho daño al ajedrez con vuestras
crónicas y artículos. ¡Radjabov estaba completamente perdido
en esa partida!", bramó el 'Ogro' antes de marcharse.
Por momentos se temió que la discusión llegase a mayores en vista
del acaloramiento del ruso, quien parecía a punto de llorar de pura rabia.
Ni siquiera la intervención de su madre, Clara Kasparova, parecía
suficiente para calmarle. Mientras, la otra madre, la de Radjabov, grababa toda
la discusión con su cámara de vídeo, hasta que la propia
Kasparova le pidió que por respeto dejase de grabar. Fue, sin lugar a
dudas, uno de los mayores escándalos formados por Garry Kasparov en toda
su carrera.
Crónica de David Llada, desde Linares, para El Mundo.